
En la próxima Asamblea Gremial Ganadera Nacional, que se desarrollará en Olavarría, los ganaderos reclamarán apertura de las exportaciones y liberación de precios en el Mercado de Liniers. Es evidente que los restauradores del modelo van por todo en su intención de erigir al mercado global y al modelo neoliberal, ya no como un paradigma, sino como una realidad.
Y se sucede la retahíla en una verdadera guerra mediática: que es necesario tonificar la economía alicaída con el ingreso de capitales extranjeros, que las calificadoras de riesgo han enfocado al país, que el gasto público es excesivo, que se debe combatir la inflación, pero sin una palabra referida a la cadena de comercialización, que el gobierno debe modificar su modelo económico, que por otra parte, es nada más que una revisión crítica actualizada de los 90. O sea, impedir que lo que existe se altere, que el capitalismo sea la única e insuperable alternativa.
Esto explica el por qué de tanta crítica a los «amigos populistas » del gobierno, Bolivia, con la masiva elección de Evo Morales, Paraguay mediante las primeras declaraciones del gobierno de Lugo, Venezuela y sus más recientes nacionalizaciones.
Y es que éstas ya no son cuestiones excepcionales o que vienen de chiripa, demasiada coincidencia para no pensar sensatamente en una tendencia.
Y las derechas no desean bajo ningún concepto cualquier configuración opuesta como pueden serlo cierta redistribución de la riqueza, las nacionalizaciones de recursos, en fin los intentos neokeynesianos, ni hablar del proyecto socialista del siglo 21.
La combinación del corte de ruta, el mensaje mediático, la mentira, la descalificación (nada menos que llamar nazi fascista a un ex presidente constitucional) y el afiebrado accionar político. Sin ir más lejos, Buzzi, que comparte la «mesa de enlace del campo» dentro de la cual hasalido perdidoso en los puntos que reclamaban los productores de FAA, es convocado a almorzar por Duhalde y De Angeli es convocado a entrevistarse con Macri. Así se preparan desde la derecha.
Entretanto el gobierno parece sumido en sus contradicciones y deshoja la margarita, o seguir con los intentos distributivos o atenerse a las exigencias del poder real, perdiendo un tiempo precioso.
Así las cosas, el campo popular se ve sometido a la presión del pensamiento único, como respondiendo al imperativo de hacer invisible todo lo que no se corresponda con la dominación. La postergación social reclama a los gritos una redistribución de la riqueza.
Para lograrlo, es necesario que cada uno de los sectores de ese mismo campo popular logren que las lecturas de la realidad no sean solo a corto plazo, que examinen los caminos a seguir en común, que logren articularse, comprendiendo que la unidad, que incluye aceptar las subjetividades anteriores, sea considerada un valor imprescindible y que demanda grandes esfuerzos.
Esto implica una alta responsabilidad y los comunistas estamos dispuestos a afrontarla como parte de ese heterogéneo campo popular. Hay que acelerar el paso.
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